viernes, 28 de marzo de 2008

Otras obras y textos.

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3.9.1.-
Guillermo Valencia y la poesía oriental.
Los retozos formales de un modernista
Julián Malatesta

Resumen
En Guillermo Valencia se reconocen dos perspectivas que le dan cuerpo a su obra: la primera, la labor de un acucioso traductor que se ocupa de rastrear en su tiempo el legado de muchos poetas que definirían la tradición del simbolismo europeo y quizá sus raíces en exóticas escrituras del mundo árabe y de oriente. La segunda perspectiva, una obra construida en los parámetros de la tradición modernista, en donde su destacada obra logra hacer una puesta en común de los presupuestos parnasianos y simbolistas que de alguna manera constituyeron la vigorosa manifestación del modernismo latinoamericano.
Revista POLIGRAMAS http://poligramas.univalle.edu.co/ No. 21. Universidad del Valle
http://poligramas.univalle.edu.co/21/GUILLERMO%20VALENCIA.pdf Allí texto completo (20 páginas) o en http://poligramas.univalle.edu.co/dossierpoesia.htm click en (ver en pdf)

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3.9.2.-

TRAS UNA NUEVA LECTURA DE LA POESÍA COLOMBIANA
Julián Malatesta

Tomado de: Luna nueva: once miradas a la poesía colombiana / Compilador: Omar Ortiz Forero; ilustrador: Antonio Zamudio. / Impresora Feriva, 2007. Cali
http://ntc-documentos.blogspot.com/2007_04_26_archive.html (Allí éste texto e información sobre el libro de donde se tomó)

La poesía colombiana en el siglo XX, para nuestro más íntimo regocijo, tuvo una expresión luminosa y dio lugar a acontecimientos que trasformaron de un modo radical el devenir de nuestras letras. Este ejercicio, guiado quizá por la arbitrariedad del gusto, me ha permitido tener un acercamiento a la poesía más allá de la obstinada mirada académica, en pos de aquellos poemas que en su apreciación más inmediata pudieran conmover, asombrar y tal vez activar el recuerdo de mis lecturas iniciales. Por esa razón, esta extraordinaria idea de hacer un libro con lo que algunos poetas consideramos lo mejor de nuestra poesía contemporánea, no es un ejercicio de exclusión, sino que se constituye en el duro y generoso oficio de incluir, quizá con desaciertos, pero en todo caso, con la honestidad de nuestro entusiasmo.

Todos los que participamos de este oficio de leer escribiendo nos vamos llenando de supersticiones y prejuicios que determinan en gran parte nuestro gusto. De esa manera los poemas que propongo a los lectores de autores como Guillermo Valencia, Porfirio Barba Jacob, León de Greiff, Meira del Mar, Aurelio Arturo, Helcías Martán Góngora, Juan Manuel Roca, William Ospina Buitrago, Jota Mario Arbeláez y Omar Ortiz, tienen desde mi punto de vista algo en común: el privilegio de la imagen como elemento constitutivo del poema, que conduce a que los excesos retóricos se restrinjan - aun en la consideración de los movimientos literarios en que algunos poetas militan o en los diálogos que establecen con la tradición- y eso da lugar a una poesía precisa, sin afeites de seducción y ajena al artificio de los efectos, con un lenguaje que no teme a la rudeza y al encuentro con esa palabra singular y única que el poema reclama. Se halla también la presencia de una poesía donde la ironía es el dispositivo para interrogar las oscuridades de: nuestro tiempo y cuyos alcances políticos no envilecen su condición estética. Incluyo del mismo modo una poesía amorosa desalojada de los habituales escarceos de la pasión, es decir, sutilmente evasiva de los lugares comunes que la bisutería de la tradición ofrece.

Anhelo que estos poemas instalen un nuevo diálogo con la obra de sus autores en la perspectiva de promover una renovada recepción de sus trabajos poéticos. Sería de esperarse que poetas que han caído en la deshonra de los inanes análisis académicos o en el adocenamiento de las cómodas lecturas oficiales puedan ser rescatados de esa ignominia. Un ejemplo típico es Aurelio Arturo, al que se le endilga un azucaramiento desmedido y una fragilidad de amanerado, cuando su obra expresa con mucho vigor el coraje y la faena del hombre poblando su tierra. Tengo la impresión de que hay poetas que están anhelando una lectura hecha con sangre tal como lo pensó Nietzsche: escribe con sangre que la sangre es espíritu. Las lecturas que campean en los cenáculos oficiales y que desconocen u ocultan el ímpetu de ruptura que activa a toda obra de arte, han producido un daño en las letras colombianas del cual no es posible reponerse si no emprendemos la recuperación de nuestros poetas desde un campo intelectual autónomo. Los herederos de ese modo de entender nuestra propia literatura invaden la industria editorial de versos cuya fragilidad y desaliento apenas perciben la sociedad y la época en que habitan.
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La SELECCIÓN de Julian Malatesta
Las dos cabezas Guillermo Valencia 111 La hora cobarde Porfirio Barba Jacob 114 Sonetín León de Greiff 117 Elegía a Leyla Kháled Meira del Mar 118 Cantos de hombres (final) Aurelio Arturo 120 Declaración de amor Helcías Martán Góngora 122 Estancias del tiempo Juan Manuel Roca 123 En el cañón del Patía William Ospina Buitrago 124 La lectura en tinieblas Jotamario Arbeláez 126 Una muchacha de San Petersburgo Omar Ortiz Forero 127

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